Hay días en los que parece que hubiera sido mejor no levantarse. Incluso pueden haber temporadas enteras en una sola vida en las que todo se hace gris a nuestro alrededor. Es en esos momentos cuando más difícil se hace caer en la cuenta de cuánto de bueno se pone a nuestra disposición, del milagro de la vida a pesar de contratiempos y problemas. Es ahí cuando más hay que tratar de acordarse de ello. El esfuerzo merece la pena.
La original, en la que la voz de Violeta Parra parece surgir de las profundidades de la tierra, queriendo emerger como las flores desde lo más oscuro, es absolutamente inigualable por desgarradora, como toda su voz y su vida. Sin embargo, me suele emocionar mucho más la versión de Mercedes Sosa en directo desde el Olympia. Con un ritmo más fluido, pausado y espontáneo, la repetición de los últimos "gracias a la vida...", en los que "vida" se alarga como un canto en sí mismo, entre la explosión de júbilo y aplausos de un público en pie -y a los pies de la artista-, es capaz de remover hasta lo más profundo e inconmovible.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros, que cuando los abro,
Perfecto distingo lo negro del blanco,
Y en el alto cielo su fondo estrellado,
Y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
Graba noche y día grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
Y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto,
Me ha dado el sonido y el abecedario.
Con él las palabras que pienso y declaro,
"Madre", "amigo", "hermano" y "luz", alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados.
Con ellos anduve ciudades y charcos,
Playas y desiertos, montañas y llanos,
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón, que agita su marco.
Cuando miro el fruto del cerebro humano,
Cuando miro al bueno tan lejos del malo.
Cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa, y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
Los dos materiales que forman mi canto,
Y el canto de ustedes que es el mismo canto.
Y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Para que no olvides que siempre es mejor un
La original, en la que la voz de Violeta Parra parece surgir de las profundidades de la tierra, queriendo emerger como las flores desde lo más oscuro, es absolutamente inigualable por desgarradora, como toda su voz y su vida. Sin embargo, me suele emocionar mucho más la versión de Mercedes Sosa en directo desde el Olympia. Con un ritmo más fluido, pausado y espontáneo, la repetición de los últimos "gracias a la vida...", en los que "vida" se alarga como un canto en sí mismo, entre la explosión de júbilo y aplausos de un público en pie -y a los pies de la artista-, es capaz de remover hasta lo más profundo e inconmovible.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros, que cuando los abro,
Perfecto distingo lo negro del blanco,
Y en el alto cielo su fondo estrellado,
Y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
Graba noche y día grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
Y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto,
Me ha dado el sonido y el abecedario.
Con él las palabras que pienso y declaro,
"Madre", "amigo", "hermano" y "luz", alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados.
Con ellos anduve ciudades y charcos,
Playas y desiertos, montañas y llanos,
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón, que agita su marco.
Cuando miro el fruto del cerebro humano,
Cuando miro al bueno tan lejos del malo.
Cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa, y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
Los dos materiales que forman mi canto,
Y el canto de ustedes que es el mismo canto.
Y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Para que no olvides que siempre es mejor un
"gracias a la vida" que un "maldigo del alto cielo".
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