Siempre recomiendo a los escrablófilos que aún no lo han probado que, si alguna vez tienen ocasión, no dejen de asistir a un Mundial de Scrabble. Es una experiencia incomparable. Si puede ser con una plaza en el bolsillo, mejor que mejor, pero, aun sin ella, la ocasión sigue siendo igualmente recomendable.
Imaginad el doble o el triple de participación que en cualquier campeonato nacional y esto, si sois de los que gustáis de aprovechar la oportunidad de disfrute lúdico y social que nos brinda este juego, se traduce en un crecimiento exponencial de charlas, risas, confidencias, amigos, historias, desvelos... vivencias. Me resulta absolutamente fascinante el hecho de haberles podido poner cara a muchas de esas personas que a lo largo de los últimos años he conocido en Redeletras y me he visto sorprendido al estar añadiendo a muchas de ellas a mi agenda de amigos. No sé muy bien por qué, pero sucede. Y muchos de los ratos que he tenido ocasión de disfrutar entre rondas, en comidas y sobremesas, en algunas salidas, han quedado marcados en mi recuerdo como algunos de los mejores que he vivido.
Pero... bien, no quiero agotar el material para otro artículo, que éste trata precisamente de lo contrario. Imaginad el doble o el triple de participación que en cualquier campeonato nacional, imaginad la adrenalina elevada a nivel internacional, imaginad lo más granado de cada selección nacional. No es difícil pensar que, cuando se hace el silencio, cuando la voz del árbitro en el anuncio de inicio de una ronda da paso a la de cuarenta o cincuenta bolsas salteando (con) sus fichas y éstas, al apagarse, dan entonces el turno a la voz del pensamiento recorriendo un atril, la tensión que se puede llegar a vivir sobrecoge sin duda.
Imaginad el doble o el triple de participación que en cualquier campeonato nacional y esto, si sois de los que gustáis de aprovechar la oportunidad de disfrute lúdico y social que nos brinda este juego, se traduce en un crecimiento exponencial de charlas, risas, confidencias, amigos, historias, desvelos... vivencias. Me resulta absolutamente fascinante el hecho de haberles podido poner cara a muchas de esas personas que a lo largo de los últimos años he conocido en Redeletras y me he visto sorprendido al estar añadiendo a muchas de ellas a mi agenda de amigos. No sé muy bien por qué, pero sucede. Y muchos de los ratos que he tenido ocasión de disfrutar entre rondas, en comidas y sobremesas, en algunas salidas, han quedado marcados en mi recuerdo como algunos de los mejores que he vivido.
Pero... bien, no quiero agotar el material para otro artículo, que éste trata precisamente de lo contrario. Imaginad el doble o el triple de participación que en cualquier campeonato nacional, imaginad la adrenalina elevada a nivel internacional, imaginad lo más granado de cada selección nacional. No es difícil pensar que, cuando se hace el silencio, cuando la voz del árbitro en el anuncio de inicio de una ronda da paso a la de cuarenta o cincuenta bolsas salteando (con) sus fichas y éstas, al apagarse, dan entonces el turno a la voz del pensamiento recorriendo un atril, la tensión que se puede llegar a vivir sobrecoge sin duda.
Como muestra, estas imágenes cedidas amablemente por los amigos de Redeletras, correspondientes al X Campeonato del Mundo – Montevideo 2006. ¡Muy pronto estamos en Bogotá!
Algunos de los participantes en plena batalla
(son más joviales normalmente).
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