Mientras Mattel y Hasbro cargan toda su fuerza contra la "bastarda" Scrabulous y Castelldefels convoca a 500 escolares en torno al juego, tras trece ediciones. Mientras descubro cuánta gente juega a (ese querido juego llamado) Scrabble, sin saber que lo hace o que hay todo un sub-mundo detrás del juego, mientras disfruto de la interesante perspectiva que se construye con el crecimiento (en número y solidez) de los grupos de juego, no puedo dejar de recordar esta reflexión que, parafraseando a Celaya, me hacía cuatro años atrás, cuando descubría que mi paso se unía al de una joven asociación que me abría las puertas de mi particular paraíso: una verde pradera donde poder dedicarme al pastoreo de las palabras escondidas en el alma de un rebaño de fichas.
Para los que nuestra obsesión por el juego nos lleva hasta a suscribirnos a la recepción de noticias relacionadas con el mismo, estos últimos meses han sido un bombardeo por entregas del "culebrón Scrabble-Scrabulous". Por ejemplo, El País digital recogía en enero: "Miles de internautas han firmado una declaración para exigir a las multinacionales Hasbro y Mattel, propietarias de los derechos de la marca Scrabble, que no bloqueen la edición electrónica de este juego, llamada Scrabulous, puesta en marcha de forma gratuita por dos hermanos de Calcuta (India) hace un año y medio. Se estima que cada día entre 500.000 y 600.0000 internautas juegan al Scrabble online a través del portal Facebook". "Ésta [Scrabulous] la inventaron los hermanos Rajat y Jayana Agarwalla, de 26 y 21 años, en julio de 2006 con el nombre de Scrabulous, copiando las reglas del Scrabble. El éxito llegó cuando lo colgaron en Facebook. Ahora ingresan 25.000 dólares al mes (17.000 euros) gracias a la publicidad en su página
Cuando en la AJS, acostumbrados a tratar de publicitar en lo posible nuestras actividades (ese "posible" suele ser a menudo muy poco), nos enteramos de una decimotercera edición de un torneo que consigue reunir alrededor del tablero a medio millar de escolares, no podemos más que (ad)mirar asombrados. Larga vida al Torneo de Castelldefels (aquí y aquí). Está claro cuáles son los campos en los que sembrar la simiente que mañana haya de florecer a atriles llenos; ya lo intuyó Mattel cuando años atrás encontraba jugadores bajo las piedras en sus convocatorias de competición (aunque por entonces se invirtió un montón de dinero y, cuando dejó de llover, se acabó la historia): localismo, gratuidad, dedicación y publicidad. Cuando hay grupos implicados (siempre es más costoso remangarse y faenar que sentarse a jugar), trabajo con organismos públicos, capacidad de convocatoria y, en definitiva, una actividad lúdico-cultural, organizada, altruista y gratuita, es como dar con las dos blancas en el atril y el doble triple abierto en el tablero, una mina de oro.
Y, esparciéndome ocioso por los prados (no verdes) de Yahoo Literati (Dios, la Q y Redeletras me perdonen) me impresiona la ingente cantidad de potenciales escrablistas, de gran juego algunos, ni siquiera conscientes de practicar un juego de 60 años de historia, exitosamente arraigado en los mundos anglo y francoparlante, actividad popular y competitiva (así como populable y competitible como la que más). La paginita tiene su qué y, aunque técnicamente bastante humilde (la verdad es que hoy por hoy nada como Rede en el Scrabble en español), tira el anzuelo del juego ágil e inmediato. Mientras disfruto de esa casi efervescente inmediatez, me entrego a la charla convirtiéndome en ocasiones en una caricatura de misionero evangelizador, que predica las bondades de ponerle nombre a ese dios al que todos estos paganos literatistas (unos cuantos miles) adoran sin saberlo.
Y me sobrecoge el calibre de la munición de este arma cargada de futuro.
Por supuesto, no quiero dejar de recordar a Celaya, mucho más mundano, humano y necesario.
LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
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