Conocí a Joe en una épica tarde bogotana, en la que, con su habitual (ahora lo sé) afán de protagonismo, se situó en el centro de una treintena de jugadores de primer nivel internacional, dispuesto a demostrarles que, ante el atril, eran poco más que niños de pecho. ¡El muy soberbio! Él siempre nos recuerda que no brilló allí más porque los atriles salieron "facilitos", pero el caso es que unos cuantos consiguieron acercarse a sus máximas, bajándole los humos.
Con la colaboración de los miembros de la comisión informática de la FISE (en su adaptación) y de Fico y Alejandro González (en la aportación de un lexicón), maldito Joe se ha convertido en un auténtico monstruo. A pesar de mostrarse irreverentemente intratable, es muy de agradecer la labor altruista de todos ellos, así como la de los creadores del engendro.
Maldito Joe sufre de personalidad múltiple y se transmuta a menudo: Brenda, Johnatan, Alex, Deborah... Y no perdona bajo la influencia de ninguna. Se conoce cuándo uno se ha sentado a jugar con maldito Joe: el número y la intensidad de las blasfemias que salen de la boca de uno es casi punible.
Pero no sé qué tiene que casi se hace querer, tal vez por pena (lo dudo), tal vez por admiración. Es increíble la de palabrejas que puede enseñarnos en sólo un puñado de partidas, ya estemos jugando clásica o duplicada. Las partidas contra él pueden jugarse en un suspiro y siempre podemos pedirle las mejores recomendaciones de jugada. ¡Te odio, maldito Joe!
En tanto que de libre acceso y de aportaciones altruistas, queremos igualmente compartir al maldito Joe (para ira y disfrute de todos; algunos ya nos lo habíais pedido). Estamos preparando un pequeño manual de instrucciones (es de fácil aunque no muy intuitivo manejo) y podéis solicitarlo a través de nuestro mail.
Mayores rivales me harán más fuerte.
miércoles, 12 de marzo de 2008
¡Maldito Joe!
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